TUVE YO LA CULPA...


Tuve yo la culpa, lloraba, y era verdad, no se podía negar, pero también es cierto, si eso le sirve de consuelo, que si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. 

Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que eso es la inmortalidad de la que tanto se habla.

Fragmento de 'Ensayo sobre la ceguera' de J.L. Saramago


Comentarios

  1. Que te quede claro y cristalino, NO TUVISTE LA CULPA

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  2. en momentos me das miedo
    mucho animo no pienses en cosas que no se les puede dar la vuelta, vamos no se, mucho animo

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  3. De todo lo que nos pasa tenemos nosotros la culpa. De lo malo. También de lo bueno. Todas nuestras acciones tienen consecuencias. Hasta cuando no hacemos nada. El mero hecho de existir implica que el mundo te afecta y tú afectas al mundo incluso, como dice tu fragmento, más allá de nuestra propia vida.

    Otro tema distinto es la culpabilidad. Tú tienes la culpa de las cosas que te pasan contigo misma. Si te pones unos zapatos de taconcísimo infinito y te vas a pasear al campo, y te esnafras, pues la culpa, mayormente, solo es tuya, por idiota.

    De las que implican a otras personas, la culpa se ha de distribuir. Y ahí podríamos entrar en el si tú hiciste o yo dejé de hacer. Discutir sobre eso hasta el infinito, podría aclarar quién es el culpable real de lo acaecido, quién lo inició en el principio de todo, pero para entonces, ya serías viejecita y te importaría una mierda.

    Cuando esnafré el coche de J en el charquito, mucha gente me dio grandes sentencias, pero hubo dos que recuerdo muy a menudo. Verónica, al teléfono conmigo, allí tirada en el charco, me dijo que era algo de lo que con el tiempo me moriría de risa, y luego, cuando me bajé del coche, medio lloriqueando de la angustia, después de la bronca de todos, Paco aún me dijo que la gente que hace cosas, es a la que le pasan cosas. El que no hace nada, nunca jode nada.. Hasta que todo se jode por sí mismo.

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