La relatividad del tiempo

Dicen que la felicidad se basa en momentos, y es cierto. El momento del primer beso, el momento en el que al fin cumples los 18 y te crees mayor, el primer sueldo, el momento en el que nace un hijo... Momentos de esos en los que lloras porque no puedes reír más. Cientos y cientos de instantes que sumados te hacen ver lo feliz que has sido a lo largo de tu vida.

Pero, ¿qué pasa cuando eres incapaz de recordar? ¿Y si de repente te levantas un día y la memoria ha decidido abandonarte sin más? ¿Puedes seguir siendo feliz? Nunca lo sabremos, y es por esto por lo que debemos dar gracias por lo que tenemos hoy. Por lo bueno y lo malo del pasado. Porque mañana seguramente ya no seas el mismo y, quién sabe si serás capaz si quiera de recordar el nombre de tus hijas o de tus amigos. Lo mucho que te gustaba ese café solo después de comer o la ilusión que te hacía echar la primitiva todas las semanas soñando con un futuro mejor en el que las preocupaciones solo serían piedrecitas del camino que has decidido seguir a pesar de todo.

Estas cosas parecen que nunca te van a pasar a ti, y mucho menos a alguien muy cercano. Pero pasan. ¿Se superan? Nunca.

Como bien le decía la Emperatriz Infantil a Bastián en La Historia Interminable: "siempre es solo un momento", aunque tú matases para que ese momento durase siempre. Así que disfrutemos del momento presente, seamos conscientes que cualquier tiempo pasado siempre será mejor mientras podamos recordarlo y aprender de ello.

El mañana no existe, no lloremos pues por lo que aún no pasado.

De vez en cuando la vida
Parece una fantasía
Y cuando menos lo esperas
Te da lo que más querías
Aunque luego se lo lleva.

Pero no te desesperes
Mira que ella es así
Mira que cosa es la vida
La vida tal como es
Un ramito de ambrosía
En el huerto de la hiel.

La vida que conocemos
La vida que tanto amamos
Con sus horitas de dulce
Y sus finales amargos
(Canto de la Resignación, Miguel Poveda)

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