DÓNDE ESTOY

 
¿Dónde estoy?

Me perdí entre tantos planes de rescate.
Me esfumé entre tus pasos hacia adelante.
Me quedé atrás, bajo tu sombra,
esperando a que me vieras, llorando, tan sola.

¿Dónde estoy?

No hay más que yo pueda hacer
sin que tú huyas de mí, sin mediar palabra.
Sin que te enfades como el viento cuando no sopla.
Amor, no te vayas.

Ya no hay puentes, ni lazos.
No hay espejos, ni abrazos.
Ya no hay luz en tu puerta.
Está todo oscuro, déjame salir o entra.

Y así voy, caminando descalza por una estela de cristales rotos. 
Y así estoy, volviéndome loca mirando tus fotos.

Con sangre en los pies por seguirte el ritmo.
Y tú aún me preguntas que dónde estoy.


Comentarios

  1. "Dónde Estoy" es un poema que explora la pérdida y la desorientación en el contexto de una relación que se desvanece. La repetición de la pregunta titular, "¿Dónde estoy?", actúa como un leitmotiv que subraya la sensación de estar fuera de lugar, tanto física como emocionalmente.

    El poema comienza con la narradora perdida entre los "planes de rescate", una expresión que sugiere un intento desesperado por salvar algo que se está desmoronando. La imagen de esfumarse entre los pasos de la otra persona hacia adelante evoca una sensación de abandono y desconexión. La metáfora de quedarse atrás, bajo la sombra de la otra persona, refuerza la idea de ser eclipsada y olvidada.

    La desesperación se intensifica con la imagen de la narradora llorando sola, esperando ser vista. La repetición de la pregunta central refuerza la búsqueda de identidad y pertenencia en un entorno que se vuelve cada vez más ajeno.

    El poema hace hincapié en la impotencia de la narradora al afirmar que no hay nada que pueda hacer sin que la otra persona huya o se enfade. La súplica final, "Amor, no te vayas", refleja la vulnerabilidad y el temor al abandono.

    La descripción de la ausencia de puentes, lazos, espejos y abrazos enfatiza la ruptura total en la relación. La oscuridad en la puerta del ser amado simboliza la falta de acceso emocional y la imposibilidad de encontrar consuelo en la conexión.

    El poema se sumerge en un paisaje emocional más oscuro en la segunda mitad, donde la narradora camina descalza sobre una estela de cristales rotos. Esta imagen sugiere dolor y fragilidad, resaltando los sacrificios y la vulnerabilidad que ha experimentado en su intento de seguir a la otra persona. La referencia a volverse loca mirando fotos indica una obsesión con el pasado y un anhelo por la conexión perdida.

    La última estrofa revela una contradicción dolorosa: la narradora tiene sangre en los pies por seguir el ritmo de la otra persona, pero aún así, esta pregunta: "Y tú aún me preguntas que dónde estoy", sugiere una falta de comprensión o empatía por parte del ser amado.

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